Son diseñados por analistas especializados en productos derivados de inversión. La estructura es muy parecida a la de un fondo de inversión.
El banco diseña la estrategia comercial para venderlo a sus clientes y los analistas elaboran la estructura de producto derivado en función de los objetivos marcados por el banco.
La estructura financiera está compuesta por una cartera de renta fija y otra de renta variable (las proporciones varían según el objetivo de banco).
La de renta fija está formada por activos de deuda pública y por emisiones privadas con la máxima calificación crediticia.
La de renta variable se suele componer de opciones OTC (over the counter) sobre valores "exóticos" con volatilidad muy determinada que minimiza el riesgo.
De esta manera, se garantiza una rentabilidad con un margen de error muy pequeño que nunca se rebasa.
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