Es un ratio que refleja cómo se encuentra la rentabilidad media de los productos financieros (tales como depósitos, hipotecas) a corto, medio y largo plazo.
En teoría, este ratio o curva es ascendente, ya que cuanto a más corto plazo sea la inversión menos rentabilidad se obtendrá.
Si la curva está invertida, los intereses a corto son mayores que a largo, situación peligrosa porque lo que pagan los bancos a los clientes por un depósito es más elevado que lo que les cobra por un préstamo.
La curva invertida perjudica a los bancos (baja su margen de conceder créditos), a los ciudadanos (no pueden acceder a financiación), a la economía (el mercado empresarial y de consumo se paraliza).
Los bancos trabajan con el Spread, que es el diferencial entre los tipos que ofrece en sus activos a los clientes (depósitos, cuentas) y los intereses que cobran en sus pasivos (préstamos).
Si el Spread es alto el banco tiene más liquidez y si es bajo al revés.
Esta curva invertida beneficia al rentista que busca la máxima rentabilidad a su dinero con el menor riesgo, aprovechando las Letras del Tesoro (que dan una buena rentabilidad a 1 año).
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