La estrategia shortselling (vendedores a la baja) se ha convertido en un auténtico problema para muchas empresas que ven cómo su cotización está seriamente bajista.
Por ello, varias compañías cotizadas han pedido formalmente a la CNMV poder dejar fuera a los inversores bajistas que operan en su valor.
La CNMV ha reconocido a las empresas estar de acuerdo con este problema y, de hecho, está buscando una acción conjunta europea que permita estrechar el cerco a estos inversores en toda Europa.
El problema es que la CNMV no quiere dar la imagen de España como un mercado intervencionista o que pone barreras al libre juego de la bolsa. Por eso prefiere mover los hilos junto a sus homólogos europeos.
La medida más inmediata y que cuenta con el respaldo tanto de las empresas como de la CNMV es conceder a las compañías no financieras las mismas licencias que ya tienen las entidades financieras, es decir, incluir a todo el mercado dentro de la norma que permite comunicar las posiciones bajistas.
La legislación española permite hacer posiciones cortas siempre que estén respaldadas por un préstamo de valores.
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