Alemania, que está realizando muy bien sus deberes, comienza a ver la luz al final del túnel y este hecho empieza a trasladarse a los agentes económicos, ya que el indicador de confianza de los empresarios alemanes (el IFO alemán), consolidó en octubre su recuperación al encadenar su séptima subida mensual consecutiva, lo que representa su nivel más alto en trece meses.
En cambio, otros países más rezagados, como Inglaterra, aún deberá de esperar un poco más de tiempo, ya que todas las previsiones apuntaban que la economía británica habría logrado salir de la recesión en el tercer trimestre, pero el PIB ha sufrido una nueva caída del 0,4%.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que la apreciación del euro es un duro obstáculo para la recuperación de la economía.
Es cierto que para el consumidor, la debilidad del dólar es buena porque aumenta su poder de compra.
Pero como ya dijimos la pasada semana, al Gobierno y al Tesoro de USA aún le interesa un dólar débil, no hay más que ver el detalle de que inundan el mercado con billones de dólares y con unos tipos en mínimos históricos del 0% (no olvidemos que unos tipos cercanos a cero incentivan estrategias de carry trade, en las que los inversores usan el dólar para endeudarse a tipos bajos y posicionarse en otros activos denominados en otras divisas más rentables).
Por otro lado, una moneda fuerte puede ayudar a controlar la inflación. Limita la subida de precios de forma directa abaratando los precios de productos importados, entre ellos, el petróleo.
El petróleo está referenciado en dólares, por lo que una subida del euro compensa el encarecimiento de esta materia prima que, debido al peso que tiene en la cesta de precios, supone una amenaza inflacionista.
En cambio, la debilidad del dólar, sin embargo, puede presentar otra oportunidad para los inversores más arriesgados. Así, pueden comprar acciones estadounidenses a un menor precio y venderlas una vez que los mercados suban, o que el dólar se recupere, con lo que se consigue una vía adicional de rentabilidad.
En esta opción es importante que los inversores no contraten coberturas sobre divisas, pues anularían así la revalorización de la moneda norteamericana.
La fortaleza de la divisa europea, de mantenerse en el tiempo, podría perjudicar a la mayoría de las cotizadas europeas, ante la pérdida de competitividad en el mercado internacional.
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