La semana ha sido pródiga en referencias macroeconómicas que continúan reflejando la salida lenta y sostenida de la recesión económica en algunos países.
En USA, por un lado, tenemos que el índice de confianza elaborado por la Universidad de Michigan ha registrado su mejor cifra desde el mes de septiembre, que se une al descenso en el déficit de la balanza comercial y a la bajada en las peticiones de subsidios por desempleo.
Todo ello animó a los inversores a comprar y a empezar a olvidar algunas inquietudes en torno a las perspectivas crediticias en España y Grecia y a la crisis de deuda en Dubai.
Por otro lado, la deuda pública a diez años bajaba de precio y ofrecía una rentabilidad del 3,54%.
También el fuerte incremento de las ventas del comercio minorista refleja el optimismo de los inversores.
En Europa, el sector bancario también sigue mostrando signos alentadores de recuperación, ya que el beneficio de la banca europea sube un 70%, demostrando que lo peor de la crisis ha pasado.
De los grandes bancos europeos, sólo el suizo UBS sigue en números rojos, y el Santander encabeza el ranking, seguido de Credit Suisse, BBVA y Deutsche Bank.
La mayoría de las entidades han centrado sus esfuerzos en reforzar los ingresos procedentes de la banca minorista, reduciendo la exposición a la banca de inversión.
En España, como llevamos comentando bastantes meses, jugamos en otra liga, en una liga inferior, y mientras asistimos a la salida gradual de la crisis de varios países, nos tenemos que conformar con tener paciencia y hacer los deberes.
Somos la segunda economía más débil de la eurozona (sólo por detrás de Grecia ante las especulaciones de un posible impago de la deuda del país).
Esto se debe a que seguimos con los mismos problemas, es decir, el crecimiento de la productividad ha sido cero y la economía está un 20% sobreapalancada (si se mira la deuda del sector privado en proporción del PIB).
Además, persiste el riesgo de que nos bajen el ráting, actualmente en AA+, si no toma medidas que garanticen la consolidación fiscal y favorezcan el crecimiento de la economía en el medio plazo, porque no olvidemos que España tiene el déficit público estructural más alto de toda la zona del euro, en el 8%, un nivel sólo seguido de cerca por Grecia e Irlanda.
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